La idea parece interesante, pero lo cierto es que Burbujo se pierde en el intento de convertirse en un buen juego. En teoría, el usuario debe poder ajustar la velocidad en la que aparecen las burbujas, pero lo cierto es que la diferencia entre lo más rápido y lo más lento es prácticamente imperceptible. Todo lo que tiene que hacer el niño es hacer estallar las burbujas. Se practican las habilidades motrices básicas, pero el juego no tiene nada y al cabo de pocos minutos se vuelve bastante aburrido.